Estaba cansada y desesperada. Pero ella haría cualquier cosa por su hija. Ella siguió adelante y caminaba con desesperación y esperanza.“¡Señor, Hijo de David, ten compasión de mí! Mi hija sufre terriblemente por estar endemoniada.” Ella gritó en voz alta. Ella sabía que no estaba en su territorio, y estaba esperando que algo suceda, pero no hubo respuesta.
Ese silencio fue como una señal para los que caminaban con Él a medida que venían e insistieron en despedirla. Esta se suponía que era una reunión que nadie conocía, y lo estaba echando a perder. Se suponía que era una reunión del “círculo interno” y ella no dejaba de gritar detrás de ellos. Ellos querían quedarse a solas con el Maestro, y esta era una escena muy familiar. Así que se detuvieron y ella se arrodilló , sin tener en cuenta el lenguaje corporal evidente de los discípulos. Y entonces sucedió: Jesús pronunció las palabras que la cuestionaron.“No está bien quitarles el pan a los hijos y echárselo a los perros.” “Sí, Señor; pero hasta los perros comen las migajas que caen de la mesa de sus amos.” “¡Mujer, qué grande es tu fe!” contestó Jesús. “Que se cumpla lo que quieres.” Y desde ese mismo momento quedó sana su hija.
Allí mismo ocurrió el milagro. Ella sabía con quién estaba hablando, o tal vez estaba tan desesperada que no le importaba cómo era percibida. El amor que sentía por era mayor que la humillación posible que pudiera experimentar. Quería sólo una migaja. Su fe era lo suficientemente grande para entender que sólo una migaja de las palabras del Maestro podrían ser suficientes. No era el banquete, no era el pan entero, solo un migaja , eso es todo lo que necesitaba, y ella obtuvo todo al final.
Algunos de los mayores avances en la vida han surgido de momentos pequeños, tal y como le llegó a esta mujer. ¿Qué necesitas hoy? ¿Te encuentras mirando el banquete e ignorando las migajas? Con frecuencia hacemos eso y olvidamos que el milagro puede venir de las cosas pequeñas. Tu avance puede venir de esa reunión “migaja”, de esa llamada telefónica “migaja”, de esa presentación “migaja” . Pero tienes que desearlo de verdad. Lo suficientemente para hacer lo que sea necesario para llegar a tu “migaja”. Su palabra es más que suficiente para cambiar el rumbo de tu vida y hacer este momento un momento crucial.
Mantente alerta porque puedes estar buscando un banquete, pero Dios puede usar sólo una migaja.
“RESPIRA con expectación, VIVE con confianza y MUÉVETE con valentía”
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© Copyright Danny Maldonado, 2012
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