Mientras hacía algunas diligencias, estaba escuchando una emisora de radio de carácter religioso. No era muy atractivo o interesante, pero sólo por curiosidad continué escuchando para tener una idea de cuál era el punto en el mensaje, tal vez algo bueno podría salir del mismo. También escuché desde la perspectiva de alguien que no tiene conocimiento de las Escrituras. Después de diez minutos dejé de escucharlo porque su mensaje, y no es mi intención ser irrespetuoso, estaba lleno de “lenguaje cristiano,” y no tenía un punto en lo absoluto. Quiero decir, sé que tenía buenas intenciones, pero no había ningún mensaje. Una persona que estuviera escuchando por primera vez tratando de obtener algún conocimiento de quién es Jesús, habría terminado más confundida. Pero el punto que más me llamó la atención fue la falta de estructura y, por lo tanto, la falta de planificación del presentador. Fue así de evidente.
Mientras seguía conduciendo, me pregunté: Si nosotros, como discípulos y seguidores de Jesús, ¿deberíamos hacer planes o simplemente confiar en nuestros instintos espirituales? Yo estaba pensando en el ejemplo que acababa de experimentar. El presentador estaba definitivamente tratando de usar su conocimiento intelectual, pero no había patrón definido de lo que estaba presentando. Los ejemplos en la Biblia comenzaron a venir a mí. Todos y cada uno expresan a un Dios que es un maestro planificador. Planificar es su especialidad; el planificar no sólo es necesario pero requerido. Yo iría más allá y afirmaría que es una exigencia. Albert Einstein lo dijo muy bien: “Estoy convencido de que Él (Dios) no juega a los dados.” En otras palabras, él no deja nada a la casualidad o al azar. Es un maestro planificador. Y puedes verlo en todo lo creado.
Algunos piensan que el planificar es mostrar falta de fe. Yo diría que el planificar es mostrar tu fe en acción. Depender de tus planes solamente es otro asunto completamente. El primero es un acto de completa confianza en Dios y el segundo es una completa confianza en ti mismo. El no planificar le dice al mundo, “todo es aleatorio, no hay lógica ni propósito en lo que hago”, y me atrevo a decir que es un elogio a la mediocridad. Planificar es caminar en la naturaleza que el mismo Dios nos creó, porque fuimos creados a su imagen.
La creatividad y los dones que nos han sido dados a ti y a mí no deben tomarse a la ligera. Sería muy fácil dejar que las cosas sucedan, pero eso sería una pérdida de tiempo y talento. Pero si reconocemos que Dios nos ha creado para la excelencia, debemos ser ejemplo para que el mundo vea; en nuestras finanzas, nuestros estudios, nuestro trabajo y nuestro hogar. Debemos ser reconocidos como los que planifican con anticipación y confían en un maestro planificador que muestra su amor y misericordia. Desde el momento que su creación preciosa cayó, planificó su redención a través del sacrificio de su hijo Jesús. ¡Qué gran plan!
¿Planificar o no planificar? Esa no es la pregunta. ¿Por qué no planificarías? Sería una mejor.
“RESPIRA con expectación, VIVE con confianza y MUÉVETE con valentía”
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